20. EL PACTO

 

        Entró en la cafetería palido y nervioso. En su afán de buscar refugio tropezó con la pata de una silla y a punto estuvo de caer al suelo. Se sentó en la bancada que había en el rincón, junto a la cristalera que daba a la calle, y apoyó la espalda contra la pared, sudaba. Cogió unas servilletas de papel del servilletero que había sobre la mesa y se limpió la frente y, como un niño que tuviera sueño, se frotó los ojos. Le escocían...

 Se acercó el camarero y le paso un paño a la mesa.

 

              -¿Señor?

              -Una manzanilla, por favor.

 

 El camarero se alejó, y él se quedo reinando en su reciente descubrimiento. Estaba aturdido.

Había vuelto a suceder y ya iban-contó mentalmente-si, esta era la cuarta; pero ahora, al menos, sabía de qué la conocía. Esa sonrisa y sobre todo esos ojos. Si, sin dura era ella, pero ¿Cómo no la reconocí antes?- se preguntó angustiado.

La primera vez que la vio-recordaba- fue cuando, parado en el escaparate de aquella joyería, miraba unos pendientes de perlas, iguales que los que le regló a su mujer cuando eran novios. Sintió que alguien pasaba a su espalda, levantó la vista y la vio reflejada en el cristal.

Era una mujer de mediana edad, aunque no pudo precisar su edad. Era alta, delgada y hermosa. De pelo negro, largo y rizado; boca grande bien dibujada y una sonrisa que incitaba a sonreír. Además había algo en ella que transmitía vitalidad. Se le quedó mirando, casi provocadora y, cuando quiso reaccionar había desaparecido...

               La siguiente fue cuando, de regreso del trabajo, bajando las escaleras para tomar el metro, ella subía. Se cruzaron, le sonrió, le dejó un "buenas noches" y siguió su camino. Él, sorprendido, balbuceó "buenas noches...·, dio unos pasos, volvió la cabeza y "vuelta al misterio"-se repitió mentalmente- ¡Missing!

               La tercera vez, antes de ayer, coincidió con ella en las puertas giratorias de la cafetería del Casino Primitivo, a la hora del desayuno. El entraba y cogió la misma puerta por la que ella acababa de salir. Y otra vez ocurrió, un " buenos días", esos ojos hermosos y profundos, que le calaron hasta el alma, una preciosa, insinuante y contagiosa sonrisa a la que, titubeando contesto con otra, y el rastro de un perfume que, aunque no pudo asociar con ninguna escena, ni situación reciente de su vida, le dejó inquieto. ¿Dónde y cuándo la he visto antes?, ¿Quién es?... Ensimismado en sus pensamientos, entró al local. Instintivamente volvió la vista, buscándola, pero ya no estaba.

               . Y la última, hacía unos minutos, a la salida del cine. Echó a andar calle abajo y, de pronto, detrás de un grupo de chicas que venían hablando y riendo por la acera, en dirección a él, apareció y esta vez, a la sonrisa, el saludo y el perfume le acompañó aquella música que solo él parecía escuchar y que le puso los pelos de punta y tal cara de sorpresa, que ella volvió la cabeza y pasó de la sonrisa a la carcajada. Entones la reconoció y comprendió...¡¡¡Es ella, Dios, es ella!!! ¡Entonces era cierto!

               Fue algo instintivo. Echó a correr. No sabía si buscándola o huyendo de ella. Y empezó a llover y entró en la cafetería.

Se recostó contra la pared. La cara le ardía. No sabía si por la emoción que le produjo su descubrimiento o por la carrera. El corazón le latía en las sienes. Se acurrucó contra la cristalera. El cristal estaba frio y le reconfortó la sensación .Fuera arreció la lluvia... y cerró los ojos.

 ...Y acudieron a su cabeza las imágenes de aquella habitación, la luz tenue, la impresionante balconada, colgada de ninguna parte, desde la que se veían mares de aguas esmeralda y grandes playas de arenas rubias y cielos azul turquesa y vegetación de extraordinarios colores... y aquella música que lo inundaba todo y que le hacía sentir tan bien..."La meditación de Thais"... ¡Le encantaba! Indudablemente allí también había música; es más-se dijo-"Allí vive la música"... y a continuación apareció "Ella".

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 Supo que estaba allí. Abrió los ojos y la vio sentada a su lado.

 

                -¿Ya recuerdas?-dijo-: "Jugar, andar, correr, aprender, elegir, nadar, reír... Y también enfermar, sufrir, dudar, llorar,...¿morir?-rió a carcajadas- ... y soñar, besar, abrazar... y ¡amar!-dijo casi extasiada, cerrando los ojos, y repitió lentamente...¡y amar!...- hizo una pausa...

                Reconozco-prosiguió- que me divertían tus gestos de asombro cuando te explicaba quien era yo y lo que estaba dispuesta a hacer por ti, si querías... Quizás fui demasiado vehemente, pero que quieres ésta es mi naturaleza. Era tan apasionante lo que te ofrecía que un "no" me habría decepcionado; pero dijiste ¡Sí!,- y rió de nuevo...

 Él la miró a los ojos y también sonrió, al tiempo que le preguntaba:

                -¿Falta mucho?

Ella le cogió la mano, le sonrió y, sin decir nada, se levantó y se dirigió a la salida.

De nuevo la música y el perfume inundaron la cafetería. Nadie pareció darse cuenta, salvo una niña, de apenas un año que, en su sillita de bebé, sonrió cuando ella pasó a su lado y arrugó la naricita olfateando como un perrillo y chapurreó la melodía...

Miró por la cristalera y no se extraño de no verla en la calle. Su especialidad era esa precisamente..., desaparecer. Hizo un gesto de cansancio y cerró los ojos de nuevo.

Le despertó la voz del camarero:

              -Señor, vamos a cerrar. Si no le importa- le tendió la nota-

              -Perdón, he debido de quedarme dormido- se justificó- y pagó y salió de la cafetería.

En la calle sintió frío. Había anochecido y estaba destemplado. ¿Cuánto tiempo he dormido?-se preguntó- Empezaba a chispear. Se subió el cuello de la cazadora y echo andar calle abajo.

Al llegar a las cuatro esquinas la vio bajo la luz de una farola. Cuando llegó a su altura se le acercó, le sonrió y se cogió de su brazo.

              -Hola. ¿Me estabas esperando?-preguntó él

               -Sí, es tiempo de regresar- contestó ella-¿Qué te ha parecido la experiencia?

               -Apasionante, pero dura... muy dura. Eso de no saber qué...

               -¿Qué es un juego? Son las reglas-sonrió comprensiva- precisamente esa es la clave, no saber que lo es...

               -Ya, ya lo sé. Lo he recordado cuando te he reconocido.

               -Además eso es lo que te ofrecí, ¿no?- y le guiñó un ojo.

                -Sí. ese fue el Pacto.

Y al unísono, entre risas, empezaron los dos a repetir, casi cantando, la letanía...

               "Jugar, andar, correr, aprender, elegir, nadar, reír... Y enfermar, sufrir, llorar... ¡¿morir?!- rieron a carcajadas los dos-...

 

              ...y cogidos del brazo, hablando y riendo, calle abajo, se los tragó la noche camino de casa.

 

                                                                                                                                 Agosto de 2.014

 

 

Cortometraje " El Pacto":        https://www.youtube.com/watch?v=R2fTmn2FUdc

Audio " El Pacto":                              https://www.youtube.com/watch?v=2CAJRut7uEg